Mi historia no es como la de la mayoría, yo no era una niña discriminada el colegio por gorda. Yo era un esqueleto andante, era guapa y me llevaba bien con todo el mundo. Era todo lo que cualquiera podía desear…toda mi familia me decía que era como la Barbie morena. Era la hermana perfecta, la hija perfecta, la amiga perfecta, era perfecta.
Mi vida fue así hasta que en 5º de primaria me cambié de colegio. Entonces adelgacé aún más, la falda del uniforme era talla infantil, para 4 años, casi todo seguía igual, casi. Ya no era la chica popular que conocía todo el colegio, ahora era la nueva, a la que tomaban el pelo, yo intentaba tomármelo bien, pero se reían de mi por lo delgada que estaba. Yo siempre pensaba, si, estoy delgadísima, pero yo conseguiré mis sueños, vosotras en cambio siempre estaréis así, gorditas. Puede que fuera ese momento en el que Ana entró en mi vida, en forma de pequeños pensamientos…
Fue en 6º de primaria cuando me di cuenta de que había encontrado una vocación, un lugar en el que no se reirían de mi delgadez, si no que la admirarían, la pasarela. Desde ese momento, viví de por y para la moda, mi sueño: ser modelo. A partir de ese momento el miedo a engordar un gramo, el miedo a no ser lo suficientemente buena o delgada como para conseguirlo, me llevaron a comer y vomitar por los rincones, a no comer. Sin embargo mi cuerpo seguía desarrollándose, cada vez era más alta y delgada. Para que negar, estaba estupenda…
El tiempo pasó y yo seguía empeñada en ser modelo, mis padres no entendían porque les mentía por cosas estúpidas, porque hacía ciertas cosas, así que me mandaron al psicólogo. Pero por aquel entonces yo ya era una excelente mentirosa, y nadie quería creer que aquella frágil niña tuviera algún problema, así que convencí a todo el mundo de que no pasaba nada.
Así se desarrolló mi vida hasta 4º de la E.S.O. cuando empecé a comentarle a mi madre mis sueños, con comentarios muy sutiles. Ella siempre negaba y decía que sería una decepción si yo solo servía para ser modelo, para ser una cara bonita en una foto. Un día discutimos y ella me dijo que jamás permitiría que yo fuera modelo…y así sin más, mis sueños volaron a otro lugar.
Ahí empecé a comer y a comer. Total, ya no tenía un sueño que perseguir. Engordé. Engordé. Y seguí engordando. Cuando empecé la carrera de periodismo en la universidad, decidí volver a adelgazar, porque quería ser mejor. Y desde entonces he estado luchando con los atracones y mi peso.